lunes, 30 de julio de 2012

El día que Reed jugó lesionado

 Muchas han sido las actuaciones cargadas de épica en la NBA. El partido de la fiebre de Michael Jordan, el equivalente de Nowitzki en las finales de 2011, las manos vendadas de Chamberlain en 1972 o los 43 puntos de Isiah Thomas con el tobillo torcido en las Finales del 88. Pero una ha pasado a la historia por encima de todas las demás, la protagonizada por Willis Reed en las finales de 1970.

 Los New York Knicks son un equipo históricamente perdedor, pero esto no siempre fue así. Durante un corto periodo de tiempo a comienzos de los 70, el equipo neoyorkino dominó las pistas de la NBA.

 En la temporada 1969-70, la última con sólo dos divisiones, los Knicks contaban con un quinteto absolutamente genial con Walt Frazier, DeBusschere, Bradley, Barnette y la estrella del momento, el pivot Willis Reed, lo que les valió para dominar la temporada regular claramente con un récord de 60-22, incluidas 18 victorias consecutivas, además de llevarse el MVP de la Temporada Regular (Reed), el mejor manager (Holzman) y tener dos jugadores incluidos en el mejor quinteto de la temporada (Reed y Frazier) y tres en el defensivo (Reed, Frazier y DeBusschere).

 En los Playoffs se deshicieron con dificultades de los Baltimore Bullets en siete partidos en primera ronda y más fácilmente de los Bucks de los rookies Dandridge y Lew Alcindor (futuro Kareem Abdul-Jabbar) por 4-1 en las finales de conferencia.

 En la gran final les esperaban los Lakers, quienes, a pesar de haber perdido a Goodrich en el draft de expansión, habían montado también un equipo, al menos, a la altura del de los Knicks, con Jerry West, quien promediaba más de 31 puntos por partido, Wilt Chamberlain, que había regresado de una lesión que le había apartado toda la temporada a falta de tres partidos para el final de la liga regular, Elgin Baylor y el rookie Dick Garret.

 La serie se preveía empatada y no defraudó. En los dos primeros partidos en Nueva York las victorias se repartieron.
 Con la serie empatada, la acción se trasladó a Los Angeles, donde se vivió una de esas escenas que ya han pasado a la historia de la NBA, con una canasta de West desde más allá de medio campo sobre la bocina para empatar el partido. En la prórroga los Knicks se llevarían la victoria por 111-108 con 38 puntos de Reed.

 En el cuarto partido, los 37 puntos de West y los 30 de Baylor y la actuación inesperada de Tresvant fueron demasiado para los Knicks y los Lakers conseguían empatar la serie.

 El quinto partido, de nuevo en el Madison, también estuvo cargado de épica, cuando, con sólo ocho minutos jugados de partido y con los angelinos 10 puntos arriba (25-15), Willis Reed, tratando de superar a Chamberlain, caía lesionado. El pivot se retorcía en el suelo mientras el árbitro dejaba seguir el juego. Reed se quedaba fuera de lo que quedaban de finales.

 El mazazo para los Knicks era increíble, llegando al descanso 13 puntos abajo. Sin embargo, tras el descanso, el entrenador local sorprendió con una defensa zonal que alejó a Chamberlain del aro, dejándolo en sólo 4 puntos en la segunda parte y dejando a West sin anotar en este periodo, logrando finalmente la victoria por 107-100.
















 Los Knicks afrontaban el sexto partido, que podía darles el título, sin su mejor jugador y con la moral por los suelos a pesar de ir por delante en la serie por 3-2, lo que se reflejó en la cancha desde el primer momento.

 Chamberlain, sin oposición ante la baja de Reed, se hizo dueño de la zona y, con unos increíbles 45 puntos y 27 rebotes, llevó a los Lakers a una cómoda victoria por 135-113.

 Así, se llegaba al séptimo y definitivo partido con los Lakers como claros favoritos a pesar de jugarse en el Madison y de la duda de Jerry West para el último partido de la final, que arrastraba problemas en las manos durante gran parte de las finales.
 Pero, a pesar de los esfuerzos, no parecía probable que Willis Reed fuese a llegar a tiempo de jugar el séptimo partido con garantías.

 El día 8 de Mayo se celebró el definitivo partido de las finales de 1970. Ambos equipos salieron a la rueda de calentamiento anterior al partido, pero faltaba un jugador entre los locales. Reed no había conseguido recuperarse a tiempo para el partido y se había quedado en los vestuarios.
 La preocupación se palpaba en el equipo local y en los 19.500 espectadores que se habían dado cita en el Garden.

 Pero algo increíble ocurrió entonces. Del oscuro túnel de vestuarios emergió una figura. Era Willis Reed. En una demostración de coraje, iba a disputar el partido a pesar de la lesión y de su ostensible cojera.

 El publico enloqueció con la aparición de su ídolo. El speaker del estadio gritaba: "¡Aquí viene Willis!¡El público está eufórico! Willis pasa por delante de la mesa de anotadores, toma una pelota. Los Lakers han dejado de lanzar, ¡ahora están observando a Willis!"


 La simple aparición de Reed había dado un vuelco total a la situación. Sus compañeros y todo el público del Madison tenían una energía renovada.

 Pero las demostraciones de coraje no acabaron ahí. El partido comenzó y, tras un ataque fallido de los Lakers, Reed, cojeando y muy despacio, llegaba el último al ataque de su equipo, recibía, y anotaba en suspensión. El estadio se venía abajo.
 Su cojera era alarmante, pero en la siguiente jugada anotaba de nuevo desde el lateral.

 Reed no anotaría más en aquel partido, pero daba igual, ya había hecho lo más importante. Había contagiado a su equipo de una energía que iba a llevar en volandas a su equipo.

 Los Knicks comenzaron el partido con un parcial de 9-2, del que se pasó al 15-6 y al 30-17. Cuando Reed abandonó definitivamente el partido tras 27 minutos jugados, el marcador mostraba un 61-37. Además, la gran defensa del pivot sobre Chamberlain, a pesar de las dificultades, le dejó en un 2 de 9 en lanzamientos hasta ese momento.

 A partir de ese momento, el equipo de Nueva York supo administrar su ventaja hasta el 113-99 final.

 Los New York Knicks ganaban el primer campeonato de su historia, en una de las mejores finales que se han visto, gracias al gran partido de Frazier, con 36 puntos y 19 asistencias, la ayuda de los 21 puntos de Barnett y los 17 rebotes de DeBusschere, pero sobretodo gracias al espíritu y el coraje de Willis Reed.

 "Quise jugar", recordaba el jugador. "Eran las Finales, un momento único en tu vida. No quería tener que mirarme en el espejo 20 años más tarde y lamentarme por no haber tratado de jugar."
 Por su parte Walt Frazier decía: "Observé al equipo entero de los Lakers de pie alrededor mirando a este hombre. Cuando dejamos de calentar, algo me dijo que podíamos ganar el partido".

 Reed fue nombrado MVP, siendo el primer jugador que conseguía en un solo año los galardones de MVP de la Temporada Regular, del AllStar y de las Finales NBA.

 Dos años más tarde, los Knicks ganaban su segundo y último anillo también a los Lakers por 4-1. Willis Reed era nombrado MVP de las finales convirtiéndose en el primer jugador en lograr dos veces este galardón.

 Un año más tarde se retiraba debido a las lesiones, habiendo promediado en su carrera 18'7 puntos y 12'9 rebotes.

 Años más tarde los cinco números pertenecientes a aquel quinteto titular fueron retirados por los New York Knicks.

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